sábado, 5 de septiembre de 2009

Lina creada por Jorge Mardones.





Imagino mi cuerpo sobre la tela. ¿Qué cuerpo? ¿Cuál? El tuyo, el mío, el vuestro. Ya sea el espectáculo del cuerpo o sus secretos, imaginaba mi cuerpo sobre la tela. Figurándolo veía mis huesos coincidiendo extrañamente con el espacio textil, se veía como el carboncillo conjeturaba un nuevo secreto con las hebras de la tela. Y en un momento pensé que los trazos estaban siendo más cuerpo que el que yo misma sentía bajo mis faldas.

Tramada de signos empleaba de una forma natural mi identidad. Este cuerpo pintado era mi cuerpo, cuerpo de carbón, trementina y óleo. Jamás fue mi cuerpo más cuerpo que éste cuerpo, ni nunca me sentí más humana al momento de ir siendo bajo una pincelada. Despojada de vestimenta y llena de luz empezaba el génesis de esta historia. El estallido de la luz en mis piernas daba el comienzo al deseo, a la vida, la muerte y los enigmas de un sentido que iba haciéndose espesor antes de ser palabra, gemido, susurro. Era la seducción de la lucidez, cuando todo es textura, color, sombra y luminosidad.

Hágase la luz y pigmento serás. Mi sentencia bajo tus manos. Bajo aceite que se desliza en la fascinación del color que fluye por mi carne, por lo que soy y que mi finitud no concluye en polvo sino en el óleo. Óleo eres y óleo serás.

Este cuerpo no delata fertilidad alguna, prueba de ello son los huesos. La leche materna es reemplazada por el calcio que dan emergencia a mi esqueleto que como un bebe travieso ya quiere ser dado a luz. Así el hueso de mi hombro es tentado fuertemente por un relámpago de luminosidad, como si se tratara del mismísimo Júpiter seduciendo a una Leda o a la propia Antíope. Mientras tanto en mi espalda desnuda, cae en movimiento mi pelo, como cuando al atardecer el trigo se mece bajo el cielo enrojecido. Nunca fui más fértil que cuando tu mano disemino con un pincel mis bordes. Y mi sombra se erigió como un bloque para que ninguna ontología fuera representada ¿Qué puede verse en la oscuridad? Un lenguaje que sobrepasa un lenguaje. Imagino entonces mi cuerpo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

La habitación


Mi pieza se vuelve más pieza cuando cae la noche y el frío entra por la ventana. Parece que las cosas gritaran, que el televisor no sólo acumula polvo sino que dice una palabra. Todos los libros amontonados dejan de atormentarse con una y otra frase, sólo se quedan en silencio y respiran. Y la cama, parece muda e inquita, como si la tomara un ataque; y yo, frágil receptáculo de huesos, me dejo caer a las sábanas que mantienen aún tu aroma de piel mundana que con tanto cuerpo ha caminado. Parezco tocarte y hacerte mío. Parezco respirarte como cuando me abrazo a tu espalda y te amo con ternura.

Es tan grande está pieza que pareciera que el cielo arde en ella. Tu, gota de agua, vienes y refrescas mi voz y te canto, te canto en esta pieza.